martes, 10 de junio de 2008

MI HISTORIA PERSONAL

Mi nombre es Silvia Pascuala Jiménez Pérez, nací el 25 de diciembre del año 1962, en la comunidad de Axocopan, Atlixco, Puebla. Mi papá es Odilón Jiménez Mejía, campesino; mi mamá es Petra Pérez Aguilar, dedicada a las labores del hogar y apoya en la agricultura a papá. (vende los productos que obtienen del campo) soy la mayor de 3 hermanos: Leonor, Irma y Víctor Manuel, pertenecemos a una familia humilde.

De mi infancia recuerdo muy poco (hasta los 5 años). Me viene a la mente, cuando mi papá tuvo que insistir más de una vez al director de la primaria del pueblo para que fuera aceptada a 1º grado, el obstáculo era la edad, me faltaban 3 meses y medio para que cumpliera 7 años. Una vez inscrita en la escuela, todo fue fácil, pude ganarme la confianza y distinción de mis maestros; mi director, maestro de 6º grado, acostumbraba a referirse a mi con el seudónimo “mi estrella reluciente”, ¡él creyó en mi, ¡estaba orgulloso de mí!

Al cursar la secundaria hice un buen primero, después a mediados del 2º grado tuve una baja en calificaciones, los cambios de la adolescencia me afectaron mucho. Mi promedio del nivel secundaria fue de 7.7. lo que significó que iba a tener limitantes para ingresar al nivel medio superior. Al salir de la secundaria, no me fue posible ingresar inmediatamente a la preparatoria por falta de fotografías, entonces, para no perder el tiempo decidí ingresar a una escuela vocacional; grande fue mi sorpresa al ver que en los grupos sólo 3 o hasta 5 mujeres formaban parte de un grupo. Cursé un semestre donde afortunadamente aprendí cosas inmemorables y sin querer me regularice.

Al término del primer semestre, decidí abandonar la escuela vocacional y esperar ingresar pronto a la prepa, pero grade fue mi decepción al saber que ene se ciclo escolar la escuela preparatoria donde deseaba estudiar no quería admitir alumnos rezagados, eran varios, por lo que el entonces director explicó que daba la oportunidad de aceptar a 2 jóvenes cuyo promedio fueran los más altos. (fueron de 9.3 y 9.1). Me fue difícil aceptarlo, pero ni modo, tendría que aprender la lección. Así, a raíz de este suceso, mi papa se inquietó por mi futuro y me propuso ingresar a una escuela normal, la verdad es que no supe que decir, jamás se me había ocurrido ser maestra, no quise defraudar el esfuerzo de quien aún confiaba en mí y así en el año 1973 me incorporé a las filas normalistas. Al principio no aceptaba mi nueva realidad (sobre todo la convivencia con las religiosas) pero poco a poco fue naciendo en mí ese amor a la profesión. Aunque de manera renuente al principio y con bajos promedios en 1º grado, pronto me sobrepuso y alcancé obtener los máximos promedios. Lo placentero fue obtener mención honorífica en mi examen profesional.

La experiencia más amarga que tuve al salir de la escuela normal fue no encontrar plaza, vague, toque puertas para que se me escuchara, pero nada, durante el lapso de 4 años cubrí algunos interinatos, hasta que finalmente en octubre de 1987 negocié una plaza y tuve a la mano una orden de adscripción.

Así, el 26 de octubre de 1987 llegué al municipio de Tlacuilotepec; el supervisor de zona inmediatamente me envió a una comunidad pequeña: “El Muñeco” para llegar a dicha localidad se tenía que caminar alrededor de 3.5. Horas, para mi fue una experiencia muy grande, pues sola me hacia casi 8 horas o un poquito más. En este lugar duré 4 ciclos escolares, la escuela era bidocente y yo había tenido la dirección comisionada durante los últimos 3 años; en el último curso la escuela se convirtió en unitaria y con esta organización tuve que atender a 76 alumnos en 2 turnos: de 8 a 1 pm atendía 4º, 5º y 6º y de 12 a 5 pm los niños de 1º, 2º y 3º y todo por un mismo sueldo.

Pese a todo, mi mayor satisfacción era constatar los buenos resultados de los alumnos, a nivel zona y sector.

En el año 1991 mi vida tuve 2 giros importantes, me cambié de C.T., llegué a una comunidad de habla totonaca en esta comunidad al principio me sentí impotente, creí que no iba a poder con el trabajo, la escuela es tridocente y para colmo volvía a tener la comisión de la dirección, pero no pasó mucho tiempo para sobreponerme, con apoyo de mis compañeros se lograron los mejores resultados académicos, en varias veces se nos distinguió con la representación del zona a nivel sector; en este C.T. me involucré en alfabetizar a los habitantes, logre la ampliación del terreno de la escuela, por inicio se adquirieron 150 butacas grises para reemplazar las bancas rústicas que hicieran los padres de familia que eran incómodas, insuficientes y en mal estado físico a esa fecha, posteriormente con el apoyo de las autoridades civiles de la comunidad se logró la construcción de 2 aulas didácticas con mobiliario completo. (tarde 6 años, 5 como directora y uno como maestra de grupo). En este proyecto de mi vida (a partir de 1991) mi esposo y mis 3 hijos han jugado un papel muy importante. De este C.T. decidí cambiarme a la cabecera de zona, donde atendí 27 alumnos de 1º grado. Muchos padres comentaron la satisfacción de trabajar con sus hijos. Sin embargo, por cuestiones de política entre los maestros y problemas entre ellos, decidí alejarme de dicho C.T.

De este C.T. decidí regresar a mi primer C.T. “Al Muñeco”, donde desde un principio de mi regreso logre la remodelación de las aulas, (ventanas y puertas) el desayunador, 2 aulas didácticas (recientemente); también, logré con apoyo de mi esposo la creación de una Telesecundaria y de un preescolar, federales ambos. Actualmente gestionamos el nivel bachiller.

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